Dedicado a nuestra compañera: Fabiola Arguedas, (q.e.p.d) Un Faro de Luz y Resiliencia en Nuestra Comunidad

Avixely Vargas Blanco
Enfermera de hospitalización e investigación en Clínica Bíblica, San José, Costa Rica.

Laura Rojas Chacón
Enfermera de Sala de Infusiones en Clínica Bíblica, San José, Costa Rica.

En el transitar de la vida, conocemos personas que dejan una huella imborrable y a quienes recordamos con cariño, incluso a la distancia. Fabiola Arguedas era una de esas personas especiales, con luz propia, que van por la vida dejando una marca indeleble en aquellos que tenemos la inmensa dicha de coincidir en su camino.

A pesar de su juventud y del poco tiempo que formó parte del equipo del hospital, supo ganarse el cariño y la admiración de sus compañeros, jefaturas y pacientes. Las muestras de afecto de sus colegas lo demuestran: “Fabi, pasaste por nuestra vida de una manera rápida, espontánea y simple; sin embargo, dejaste una huella de múltiples enseñanzas. Es complejo encontrar aprendizaje en el sufrimiento, pero hoy, tiempo después, la visión de este dolor se ha transformado en resiliencia, tolerancia y comprensión del valor real que debemos darnos como seres humanos. El golpe de tu ausencia nos mostró la verdadera importancia de la vida”. Fabi vivía la vida como pocas personas lo hacen, aprovechando al máximo cada día y cada momento. Siempre supo lo que era más importante: el tiempo de calidad con sus seres queridos. Ella “veía con el corazón” porque lo “esencial es invisible a los ojos”.

Es triste perder a un amigo, pero también es cierto que no nos vamos del todo si alguien nos recuerda con cariño. Así recordamos a Fabiola: como una mujer extraordinaria, llena de vida, amable, alegre, con una sonrisa cálida y contagiosa, positiva, inteligente, cariñosa, compasiva, una amiga leal, honesta y genuina, con un espíritu inquisitivo y explorador, un profundo amor por la enfermería y una gran pasión por la investigación.

Dicen que el tiempo cura las heridas, pero la partida de Fabi es una herida profunda para quienes tuvimos el privilegio de conocerla. Solo nos queda recordarla como el ser de luz que era y encontrar consuelo en los preciosos momentos vividos, con la esperanza de reencontrarnos algún día, para quienes creemos en la trascendencia del alma.

Citando a Antoine de Saint-Exupéry: “si se ama a una flor de la que no existe más que un ejemplar entre millones de estrellas, es motivo suficiente para que al mirar las estrellas seamos felices”. Así, aunque nos invade un profundo dolor por su pérdida, cuando miramos al cielo podemos sonreír por el privilegio que nos dio el universo de haber coincidido en esta vida con una persona tan maravillosa, aunque fuera tan solo por un momento.

Referencias

1. De Saint Exupéry, A. (2012). El Principito (1st ed.). Imprenta Nacional.